domingo, 15 de septiembre de 2013

Cádiz


Ciudad mágica. Palabras que se lleva el levante. Historia, mucha historia por cada rincón. Desde la torre Tavira una pareja admira el resto de torres que regala Cádiz a la vista. La torre sillón, la militar, la mixta, y la más mágica de todas, “La bella escondida”, oculta a los ojos de los gaditanos, solo la privilegiada torre Tavira puede dejarnos admirarla.

El falla. Lugar emblemático, lugar perfecto. Una terraza, una cerveza, un tinto de verano y la compañía adecuada con las confesiones oportunas que van surgiendo a raíz de la segunda ronda. Nada más se necesita para estar en la gloria.

Pero como es de esperar, de Cádiz siempre se quiere más y más, siempre hay algo que ver, que descubrir o que volver a admirar para adivinar nuevos secretos. Pasear por la Alameda Apodaca tampoco es suficiente, quieres más, volver andando por el paseo para admirar la playa totalmente a oscuras, adivinando que el mar está ahí tan solo por el romper de las olas.

Por el día, un día perfecto, ir a La Caleta, ver sus barquitas adornando el mar, entre ellas “Mi gitana” la cual provoca un sueño fugaz en mi mente. Me veo montada en ella, riéndome, saltando al mar, mojándome el pelo. La playa te atrapa, pero el hambre que provoca el disfrute pleno empieza a hacer mella.

Adentrarnos en las calles de Cádiz, dejarnos guiar por los que saben y terminar con una botella de vino blanco en una “tasca” típica andaluza, de las que me encantan, de las que admiro tanto por su historia como por sus gentes.

Al salir de allí, con los efectos que provoca una botella de vino entre dos, ir a un sitio único, que te lleven a un sitio único, el cual quedará solo para mi, pedir dos copas y dos cafés y entonces, solo entonces, ver el futuro entre palabras y entre confesiones. La persona que tienes en frente eres tú, y tu eres ella, porque sin quererlo y sin haberlo planeado nos contamos nuestros secretos más íntimos, aquellos que pase lo que pase, aunque nunca más volvamos a estar así, sentados uno frente al otro siempre poseeremos y es lo que nos hará realmente formar parte de la otra persona.

Mi sitio favorito de Cádiz, sin lugar a dudas, la Plaza San Antonio. Todo lugar en Cádiz tiene una historia, para cada uno la suya, para el mundo en general la escrita en los libros. Para mí, en particular, es el lugar que escuchó mis carcajadas, nada discretas por cierto, donde en el justo centro de la plaza, bailé sin música pegada a la mejor de las compañías, donde he vivido uno de los momentos más felices de mi vida.


Cádiz es y será siempre mi lugar en el mundo. Tres, sólo tres veces la he visitado y puedo decir sin ningún tipo de duda, que estoy totalmente enamorada de ella.


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